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Artículo principal - Edición Nº 200 - Diciembre de 1998
Era una tierra encantadora. Allá en la serranía, el monte de la Piedra Blanca lucía majestuoso entre el paisaje de la montaña. La naturaleza estaba intacta, manifestando todo su esplendor, pues la mano del ser más inteligente entre todas las criaturas, aún no la había contaminado ni dañado.
No existían casas, edificios ni calles. Más bien el espacio era dominado por potreros y bosques, donde las campiñas eran bañadas por ríos donde corría una agua pura y cristalina. Era un lugar de ensueño, que se asemejaba a un paraíso.
Allí, donde hoy es el centro de Escazú, solo se podían observar árboles, matorrales, pastos y una diversidad de fauna.
Sin poder explicarlo ahí estaba yo, en una época muy lejana, y sofocado por el calor busqué un río para poder calmar mi sed y refrescar mi cara.
Llegué al sitio indicado y me arrodillé para tomar el agua con mis manos. Mis ojos no podían creerlo, era el mismo río que en 1998 estaba infestado de todo tipo de basura, y donde el H²O era una combinación de residuos de detergente y excremento humano, que hacía imposible la vida acuática.
Pero ese río era muy diferente, a pesar de ser el mismo. Su agua era como un espejo que reflejaba lo sublime de la creación y su sabor y pureza era tal, que me deleitaba hasta lo sumo. A través de esa agua pura y diáfana, pude mirar unos peces que se movían en el fondo.
A mi alrededor todo era tranquilidad, y mis sentidos se exaltaban con una suave brisa que envolvía todo mi cuerpo, el melodioso cantar de los pajaritos y una ardilla que trepaba presurosamente por un árbol.
El ambiente de serenidad se vio de pronto interrumpido por las voces de unas personas. Me escondí detrás de un matorral, para observar de quienes se trataba. Era un grupo de hombres que vestían como los españoles del tiempo de la conquista.
En un día del año 1561, un grupo de españoles comandado por Juan de Cavallón, puso sus pies sobre una tierra aún desconocida por los conquistadores del nuevo mundo.
El territorio al que habían llegado era el mismo por donde los indios que viajaban de Aserrí a Pacaca (hoy Ciudad Colón) en sus intercambios comerciales, descansaban de su agotador trayecto, dado que este lugar se encontraba más o menos a la mitad de la distancia entre ambos poblados.
Aunque no existen registros que confirmen que Juan de Cavallón estuvo en lo que hoy es Escazú, los historiadores admiten la probabilidad de que sí, basados en el hecho de que cuando el conquistador llegó a Pacaca en 1561, nuestro cantón se ubicaba en una de las rutas comerciales más importantes de los indígenas de Pacaca, Aserrí y el Valle del Guarco, lo que hace presumir que los españoles debieron haber llegado a tierras escazuceñas por primera vez en ese año.
Escazú estaba entonces poblado por aborígenes, los cuales se encontraban dispersos en grupos muy pequeños, y cuyo núcleo principal se ubicó al sureste del actual distrito central, en el lugar denominado Los Entierrillos, en las vegas de los ríos Herrera y Agres, donde se han hallado restos de objetos que guardan relación con los de los indios huetares.
Los primeros colonos gallegos llegaron a Escazú cerca del año 1600, y un buen número habitaban ya el lugar para 1605, aunque sin poderse precisar cuántos.
Con la llegada de los españoles, los indios se fueron retirando poco a poco, y en el informe que don Diego de Ayala presenta a la Audiencia de Guatemala dice que “en el caserío no quedan sino muy contados indios.”
Según el historiador Carlos Meléndez, las primeras propiedades de Escazú fueron otorgadas por el gobernador Diego de Artieda y Chirinos, y la referencia más antigua que se conoce es la venta de un terreno denominado El Guachipelín, que vendió el señor Luis Cascante de Rojas a las autoridades de Pacaca en 1691. De acuerdo con los límites señalados en la carta de venta, se piensa que la mencionada propiedad comprendería lo que hoy es Guachipelín y San Rafael.
El 22 de enero de 1755, del alcalde ordinario de la antigua capital de Costa Rica, Cartago, don Tomás López del Corral, quien tenía dentro de su jurisdicción el Valle de Aserrí, que incluía Escazú, ordenó a todos los habitantes de dicho valle a poblar la Villa Nueva de la Boca del Monte, actualmente San José, con el fin de darle vida a la naciente población.
La medida permitió a las familias de mayores recursos económicos continuar viviendo en Escazú, mientras que las más pobres tuvieron que trasladarse a San José por tiempo indefinido.
El 30 de julio de 1820 se crea el primer ayuntamiento de Escazú, es decir, la primera municipalidad. Cuatro años mas tarde, el 11 de noviembre de 1824, el Congreso Constituyente le otorga el título de villa.
Desde entonces, Escazú experimentó un rápido crecimiento en lo económico, político y en su población, lo que le valió el título de cantón, el 7 de diciembre de 1848, durante la administración del Dr. José María Castro y Madríz.
En ese tiempo el territorio de Escazú se extendía por lo que hoy es Santa Ana, Mora (Ciudad Colón), Puriscal, hasta la costa del Pacífico.
El 7 de diciembre del presente año, se cumplen 150 años de cantonato, una celebración especial para este pueblo, que se destaca como uno de los primeros que surgieron en el Valle Central.
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