Artículo principal - Edición No. 271 - Julio de 2005
Marco Antonio Roldán
En aquellas aulas de adobes, con paredes pintadas de cal y olor a humedad, nuestros abuelos, bisabuelos y tatarabuelos, recibieron sus primeras lecciones de enseñanza primaria. Por sus verdes jardines, sembrados con rosas, margaritas y otras plantas, la mayoría de ellos, con sus pies descalzos, corrieron y jugaron en los recreos.
Era la primera escuela de Escazú, que estaba ubicada en el mismo lugar donde hoy se levanta la Escuela República de Venezuela. Su construcción data del año 1882, y el Gobierno de la República la declaró distrito escolar en 1886.
Esa estructura de paredes de adobes, techo de tejas y piso de ladrillo rojo de barro, era parte importante del Escazú de hace un siglo. Ese cantón que en 1905 contaba con una población de unos 8000 habitantes, y al cual le perteneció Santa Ana hasta 1907, año en que obtuvo su independencia.
Una calle empedrada pasaba frente a la escuela, desde donde se tenía una hermosa vista de la antigua plaza, con sus majestuosos árboles de higuerón en derredor y el viejo kiosco en el lado norte.
La Escuela de Escazú —como se llamaba— contaba con dos pabellones de cuatro aulas grandes cada uno y en el centros de los mismos, el salón de actos. El pabellón del lado este estaba asignado a los varones y el del lado oeste a las mujeres. Ya en los años 30 los grupos eran mixtos, es decir, hombres y mujeres juntos.
En el lado sur de los pabellones habían dos inmensos patios con dos árboles —uno de cas—, y donde los estudiantes podían jugar al aire libre en los recreos.
El centro educativo contaba con dos puertas de entrada: una, la principal, frente a la plaza, la cual comunicaba directamente con el salón de actos, y la otra al costado oeste, en el mismo lugar donde hoy se encuentra una de las puertas de la Escuela República de Venezuela.
Se dice que el primer director de la escuela fue don José de Jesús Leal, siendo sus ayudantes don Isaac Leal y don Francisco Chaves.
Algunos de los viejos directores fueron: don Marcos Zúñiga, don Pasión Herrera, don Napoleón Chinchilla, y más tarde el que fuera director de dos generaciones de escazuceños: don Benjamín Herrera Angulo, quien ocupó el cargo por un período de cerca de 40 años.
Allá por 1930 el director de la escuela era el recordado e insigne maestro don Benjamín Herrera Angulo, quien era muy diestro tocando el piano que estaba en el salón de actos.
Algunos de los maestros de ese tiempo fueron Nellie Echeverría, las hermanas María Cristina y Liduvina Gutiérrez (conocidas como Tina y Vina), Blanca Blanco, Mercedes Molina, Victoria Jiménez —quien le pegaba con una regla a los mal portados—, Odilia Cantillano, Julia Fuentes, Margarita Zúñiga, Abel Meléndez y el inolvidable maestro Antonio Chaves.
Uno de los maestros más queridos por los estudiantes era Antonio Chaves Ramírez, quien era hermano del futbolista y dirigente Ubaldo Chaves. Este joven educador acostumbraba llevar a sus alumnos a estudiar al potrero del Convento, que estaba rodeado por un guayabal y que se ubicaba unos 600 metros al norte del Abastecedor La Violeta.
Los estudiantes de ese entonces no usaban uniforme, vestían ropa normal y los niños usaban pantalón semi corto un poco más abajo de la rodilla y una gran mayoría andaban sin calzado.
Los útiles escolares se limitaban a cuadernos sencillos de pocas hojas, un lápiz y una pluma fuente con su respectivo tintero, pues no existían los bolígrafos. El libro de texto que se usaba para aprender a leer y escribir era el Silabario Castellano.
Una actividad importante que se realizaba en el salón de actos de la escuela eran los famosos Viernes Culturales, de iniciativa de don Benjamín, y en los que se invitaba a personas foráneas que se destacaban en distintas ramas de la cultura: poetas, músicos, humoristas, etc. Además participaba gente de Escazú, como guitarristas, marimberos, cantantes y otros. Tal fue su éxito que personas de San José y otros lugares asistían cada semana al evento.
En la escuela también existió un pequeño teatro donde se daban funciones de cine, zarzuela y comedia por una compañía de aficionados del lugar, con su orquesta propia y cuyo producto se destinaba al sostenimiento de la cocina escolar.
La vieja Escuela de Escazú funcionó hasta 1937, año en que fue demolida. La Escuela República de Venezuela se empezó a construir en abril de 1938 y se inauguró en mayo de 1940, durante la administración de don León Cortés Castro (1936-40). Esta construcción de concreto armado costó ¢183 172 y constaba de 10 aulas con capacidad para 400 estudiantes.
Antes de terminarse la construcción de la nueva escuela, el ayuntamiento escazuceño había sugerido ponerle al centro educativo el nombre de León Cortés Castro, como muestra de gratitud al Presidente de la República por esta obra impulsada durante su gestión. Sin embargo, el Mandatario rechazó ese honor y él mismo solicitó que en su lugar le pusieran Escuela República de Venezuela.
Benjamín Herrera Angulo
¡Oh, mi querida escuelita!
donde aprendo con amor
la ciencia que dignifica
y nos guarda el corazón.
Donde tengo compañeros
que yo miro como hermanos
que sí comparten mis penas
y también placeres sanos.
Donde los maestros son buenos
y solo buscan mi bien,
donde jardines y aulas
alegran todo mi ser.
¡Oh, mi querida escuelita!
mientras aliente mi vida,
perdurará tu memoria
en mi alma agradecida.
No por casualidad don Benjamín Herrera Angulo fue el director de la Escuela de Escazú por más de tres décadas. Este hombre de estatura baja, carácter estricto pero amable y lleno de bondad, supo dirigir con sabiduría la delicada tarea que se le encomendó. Toda su capacidad intelectual y caudal de energía estuvo siempre orientada al progreso del cantón en los más diversos campos: política, cultura, religión, bienestar social y, por supuesto, la educación. Su extraordinaria facultad pedagógica lo hizo merecedor de varios reconocimientos, aún después de su muerte, el 21 de octubre de 1950, a los 70 años de edad. Su carisma y entrega a la labor educativa fueron las constantes en la vida de este gran maestro, y su querida escuelita siempre ocupó el lugar más especial de su corazón.
Don Napoleón Chinchilla junto con alumnas de la Escuela República de Venezuela en 1940. La vieja escuela ya había sido demolida y se estaba estrenando la nueva.
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Que bella foto, esa parece ser el ala donde están las aulas de la 10 a 13
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